En la casa de Berta Cáceres, Centro de Encuentros Utopía, nos encontramos en nuestro camino de construcción del proceso de articulación, proyectos políticos, luchas, resistencias y esperanzas; 337 delegados y delegadas de organizaciones sociales y populares de Honduras, México, Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Panamá, y otros pueblos del mundo, en el Tercer Encuentro Mesoamericano de Movimientos Sociales.
En tres días de reflexión, debate y construcción colectiva, reafirmamos que el camino del movimiento social mesoamericano debe ser el camino de la unidad. Unidad con base en principios, enraizados en la defensa y liberación de nuestros territorios y nuestros cuerpos, por la construcción y reconstitución de nuestros modelos de democracia popular, comunitaria, solidaria, participativa, anticapitalista, antipatriarcal y antiimperialista. Renovando nuestros horizontes con pluralidad y creatividad, con apertura, pero sin olvidar los errores y aprendizajes del pasado.
Reafirmamos que la imposición del sistema capitalista ha sido la causa estructural de las desigualdades sociales históricas, del despojo y sometimiento de los pueblos, las exclusiones y violencia generalizada, las crisis socio-ambientales y políticas. Reflexionamos en el marco de un contexto de tensión y de arremetida del imperio estadounidense en decadencia, en el marco de una reconfiguración del orden mundial que profundiza la disputa por el control de los bienes comunes estratégicos de nuestros territorios; agudiza la militarización, el resurgimiento del autoritarismo, el racismo, el patriarcado, el odio a los migrantes, el clasismo, el negacionismo de la ciencia del cambio climático, el fundamentalismo religioso como instrumento de dominación y manipulación, asimismo, las trampas mediáticas a través de las redes sociales controladas por las grandes corporaciones tecnológicas.
Denunciamos el hostigamiento bélico de los Estados Unidos en el mar Caribe, que constituye una amenaza real para la paz de la región y sometimiento de los pueblos latinoamericanos para sus intereses imperiales. Las políticas migratorias racistas y clasistas del gobierno estadounidense y la complicidad de gobiernos títeres como el de Bukele al convertir al Salvador en un centro carcelario regional. La continuidad del modelo extractivista, minero, energético, monocultivo, en complicidad de gobiernos y corporaciones nacionales y transnacionales en el marco de una economía criminal capitalista. El hostigamiento, criminalización y asesinatos en contra de defensores y defensoras de los territorios, en particular de los pueblos indígenas del Abya Yala.
Exigimos justicia por Berta Cáceres, Juan López y los mártires del Aguán, por el Padre Marcelo, Daniel Pedro, Bety Cariño, Simón Pedro, Mariano Abarca y para todos y todas las personas quienes han dado su vida por la defensa de los territorios.
Exigimos respeto a las formas de vida, cosmovisiones, libre determinación de los pueblos mesoamericanos, fin del hostigamiento bélico en el Mar del Caribe por parte del gobierno estadounidense. Alto al brutal bloqueo económico en contra de Cuba y Venezuela; que cese la imposición de medidas políticas y económicas coercitivas, en contra de países que con dignidad reclaman respeto a su soberanía, como México, Venezuela, Brasil y Colombia. Fin del genocidio en Gaza y justicia para el pueblo Palestino.
Nos solidarizamos con todos los pueblos que luchan por la vida y la madre tierra, por la democracia, por los derechos humanos, derechos colectivos y ambientales, que han sido objetos de opresión, represión y criminalización. Nos solidarizamos con Luis Pacheco y Héctor Chaclan, ex autoridades comunitarias de los 48 cantones de Totonicapán, Guatemala encarcelados por el ejercicio de su autonomía y libre determinación; con Rut López, Iván Arévalo y los 5 defensores de Santa Marta, víctimas del régimen dictatorial de El Salvador, con el compañero Mario Quintero de la Asamblea de los Pueblos Indígenas del Istmo de Oaxaca, quien sufre hostigamiento y difamación, con nuestros hermanos y hermanas migrantes que, en búsqueda de mejores condiciones materiales, exponen sus vidas y son tratados como delincuentes. Nos hermanamos con la lucha por la autodeterminación del pueblo de Kurdo y demandamos la libertad de Abdullah Ocalan, su líder histórico. Nos solidarizamos con el hermano pueblo de Ecuador que sufre la represión del Estado y exige respeto a su proceso de asamblea constituyente. Condenamos el asedio y desplazamiento que sufre el caracol número 8 Dolores Hidalgo del EZLN.
Nos declaramos en guardianes permanentes de nuestros territorios, en el ejercicio pleno de nuestra autonomía y libre determinación, en la recuperación de nuestra identidad histórica, cosmovisiones y espiritualidad como elementos de unidad regional. Luchamos por una sociedad de libertades, libre determinación y autonomía, libre de violencia patriarcal y machista, construida con voz de mujer, de disidencias sexuales y de hombres en deconstrucción.
Seguiremos impulsando nuestras iniciativas locales como la soberanía alimentaria, autonomía energética, gestión comunitaria del agua, bosques y biodiversidad, la economía plural y solidaria, economía feminista, la articulación de los pueblos, la organización popular, la construcción del sujeto político para la liberación y el Buen Vivir.
Declaramos la madre tierra, nuestros ríos como sujetos de derecho, abrazamos la cosmovisión de los pueblos indígenas como garantía para la sustentabilidad de la vida, las luchas solidarias y creativas de las mujeres y de la juventud.
Acordamos profundizar la articulación de los pueblos, desde abajo, desde los territorios originarios, desde las cuencas hidrográficas, desde los diferentes sectores organizados. Nos preparamos para participar con propuesta y fuerza en el Cuarto Encuentro Internacional de Afectados por Represas y Crisis Climática y en la Cumbre de los Pueblos que se realizará en la amazonia brasileña del 6 al 15 de noviembre próximo para denunciar las falsas soluciones que se discuten en la COP.
Nuestra fuerza radica en la unidad dentro de la diversidad, en las experiencias de luchas históricas de nuestros pueblos, en la solidaridad, complementariedad, con base en principios y cosmovisiones, pero, sobre todo, porque no tenemos miedo al opresor, porque somos semillas de libertad que llevamos más de 500 años de lucha y resistencia en contra de este sistema de dominación civilizatoria occidental.
Así como los ríos no nos dividen, sino nos unen; la diversidad no nos dispersa, sino que nos da fuerza.
La Esperanza, Intibucá, Honduras, 28 de septiembre de 2025