Nuestros hermanos y hermanas del CPK consejo de pueblos indígenas del pueblo K’iche’s, lideran una lucha constante en defensa de su territorio, cultura y naturaleza frente a las amenazas del sistema capitalista y las empresas extractivas.
Desde su fundación, el CPK ha resistido a la explotación de tierras ricas en oro y petróleo, así como a la expansión de madereras y proyectos hidroeléctricos que buscan privatizar y destruir sitios sagrados, ríos y bosques ancestrales.
Dentro de las estrategias del consejo combinan acciones concretas como la reforestación, la protección de sitios ancestrales y la organización comunitaria, además de la resistencia pacífica frente a la criminalización y los ataques de empresas y actores privados y estatales. La lucha también es por la defensa de los derechos de las mujeres e infancias.
La criminalización de líderes del CPK es abrumadora más de diez líderes comunitarios enfrentan procesos judiciales por oponerse a proyectos extractivos, entre ellos la coordinadora general Aura Lolita Chávez. La criminalización busca desgastar al movimiento, obligando a las y los defensores a gastar tiempo y recursos en juicios injustos todo por oponerse a proyectos extractivos, la criminalización no ha detenido su compromiso con la lucha. En un contexto de violencia, racismo y desplazamiento, el pueblo K’iche ha desarrollado formas propias de autogestión, como las guardias territoriales, que vigilan el bienestar comunitario, los bosques y combaten el ingreso del narcotráfico.
La organización no responde con violencia, sino con acciones de vida: reforestación, siembra de árboles, protección de altares y cuidado de los lugares sagrados. Como dicen sus integrantes: “En vez de tirar una bala o una piedra, sembramos un árbol”. Muchos liderazgos han sufrido exilio, amenazas e incluso asesinatos, sin que haya verdadera justicia.
Además, mantienen una sólida red de solidaridad internacionalista, que fomenta el apoyo mutuo entre pueblos indígenas y comunidades afectadas en Abya Yala y en el mundo, reafirmando que su lucha es parte de un movimiento global por justicia, protección de la madre tierra y autodeterminación frente a las agresiones del imperialismo y la violencia estructural. La solidaridad no se limita a pronunciamientos: se expresa en la presencia física, el trabajo colectivo y la siembra de la vida en los territorios.
Esta visión internacionalista nace de la experiencia histórica del genocidio sufrido por el pueblo k’iche’ en Guatemala, con más de 200 mil asesinados y 40 mil desaparecidos. Por ello, la organización reconoce en la causa palestina un reflejo de su propia historia de despojo y resistencia, y mantiene una solidaridad permanente frente al genocidio en Gaza.
A pesar de la represión, el racismo y los intentos de desarticulación, la organización sigue firme:
“Si no defendemos la madre tierra, nadie vendrá a protegerla por nosotros. Es una responsabilidad de esta generación con nuestros pueblos y con el mundo entero”.