La lucha antipatriarcal y feminista en el COPINH

Extracto del libro Las Revoluciones de Berta disponible en copinh.org

Berta: En los comienzos del COPINH no pensábamos en feminismos. Pero lo que siempre nos quedó claro a las compañeras es que teníamos que luchar por los derechos de las mujeres, por nosotras mismas. Empezamos a experimentar que las mujeres del COPINH estaban participando en grandes discusiones a nivel nacional con los presidentes, con los consejos de ministros, en los comités de seguridad, como alcaldesas auxiliares en las comunidades, que éramos las primeras en estar en las tomas de las industrias explotadoras. Había mucha fuerza de las mujeres indígenas. Eso permitió que con algunas organizaciones feministas que tienen un pensamiento más popular, nos acerquemos y coordinemos acciones, por ejemplo, demandar castigo a los violadores y a los agresores de las mujeres. Yo recuerdo que nos estuvimos movilizando constantemente como COPINH con las mujeres de Tegucigalpa, y con compas feministas en los bajos del Congreso Nacional.

Hacemos un proceso que ha sido difícil en el tema de la emancipación de las mujeres, porque también significa un debate interno muy fuerte dentro del COPINH, pero muy sano a la vez. Fuerte, porque hay un predominio en nuestra sociedad de una cultura patriarcal, machista y violenta contra las mujeres. Por eso se torna tan difícil el trabajo. Pero logramos, por ejemplo, por decir algo muy concreto, tener 60 hombres en un taller sobre derechos reproductivos y sexuales de las mujeres. Nosotras sentíamos, desde nuestra experiencia, que es menos difícil trabajar con los compañeros hombres de estas comunidades, que con hombres del área urbana o intelectuales o profesionales.

Hemos tenido también un proceso de constante denuncia, combinado con ese proceso de educación popular y de trabajo concreto, en casos por ejemplos de violación y abuso sexual a niñas y mujeres, mujeres golpeadas…

Nos han tocado casos tremendos, y aunque nosotras nunca hemos tenido un profesional de derecho, a nosotras mismas nos ha tocado enfrentar eso. Hemos aprendido del proceso de educación popular y de la lucha concreta. En Honduras no ha habido un proceso feminista fuerte. Mucho tiempo fue de élite, muy alejado de la realidad de la vida de las mujeres indígenas, negras, que están en los territorios dando sus luchas. No digo que no había feministas, mujeres valiosas. Pero ese grupo de élite no trascendía, no producía resultados para las mujeres en sus vidas. Pudimos sentir en muchos casos la incomprensión de algunos grupos de feministas que despreciaban el tema indígena, incluso sentimos a veces un racismo muy claro. Hay mucho desconocimiento de la causa indígena o negra, y por eso mismo se generaron tensiones.

En el debate interno del COPINH, siendo una organización mixta, fuimos discutiendo tanto el racismo como el machismo, y eso llevó a que se declare como organización de lucha antipatriarcal, antirracista, anticapitalista. Fue una alegría para las compañeras feministas ese paso que dimos, pero necesitábamos conocer más qué es lo que hacíamos cada quien.

En los últimos años, especialmente después del golpe de estado, hemos venido coordinando muy bien con estas organizaciones feministas que tienen otro trabajo y otra tradición, que reconocen que hay lucha de clases, que hay una diversidad. Creo que el elemento de la diversidad siempre es muy importante, porque aunque seamos mujeres somos diversas. En el feminismo su riqueza también es esa diversidad. No vamos a ser ingenuas. Nosotras estamos demandando un feminismo que realmente desmonte todas las formas de dominación, no el maquillaje o el discurso demagógico, sino que lo desmonte en concreto, y que enfrente a esas formas de dominación de diversas maneras.

Ya con la Resistencia en Honduras después del golpe hemos coordinado muy bien con algunas compañeras feministas, y hay mucho trabajo en común, mucho respeto. Nos hemos conocido más en las calles. Ésa ha sido la gran escuela para conocernos y reconocernos también. Para nosotras ha sido muy positivo. A otros sectores les cuesta mucho, pero hemos coordinado muchas cosas juntas, y estamos metidas en el proceso refundacional, impulsando la Asamblea Nacional Constituyente, que es fundamental para la emancipación como mujeres, para empezar a romper estas raíces de dominación. En la Constitución Nacional actual, en ningún momento se menciona a las mujeres. Establecer en una Constitución nuestros derechos humanos, nuestros derechos reproductivos, sexuales, políticos, sociales, económicos, es un gran paso para enfrentar a un sistema de dominación como el patriarcal. Por eso las mujeres queremos ser protagonistas, aportando al debate, que creo que va a ser uno de los más duros, porque hay que enfrentar a los sectores religiosos fundamentalistas, reaccionarios. Es un desafío para las mujeres no permitir que otros u otras decidan por la mayoría de las mujeres pobres. Porque ésta es una lucha también entre ricos y pobres, entre mujeres pobres y mujeres ricas, y es así de claro. El patriarcado no es exclusivo del sistema capitalista, ni de una u otra cultura nada más. Yo creo que nosotras tenemos que garantizar que en este proceso que es un proceso para refundar incluso nuestro pensamiento, comencemos a desmontar este pensamiento de que otros tienen que decidir por nuestros cuerpos, y garantizar que nosotras somos dueñas y tenemos el derecho a la autonomía de nuestros cuerpos. Es una acción política, una propuesta política.

El hecho de tener y garantizar el acceso de las mujeres a la tierra, a las territorialidades, a las culturas, a la salud, a la educación, al arte, al empleo digno no cualquier empleo, sino digno y pertinente para nosotras las mujeres y muchas otras cosas más, son elementos que nosotras debemos garantizar en el proceso de una nueva Constituyente, para encaminar un proceso de liberación.

El feminismo tiene que ayudar a que nosotras, las mujeres, sigamos dando ese aporte de colores, de diversidad, de riqueza, donde realmente le ponemos a la lucha otro sentido, un sentido de vida, de creatividad, de arte, y eso es lo que da más fuerza a este movimiento de resistencia.

En el COPINH la realidad nos impuso que teníamos que luchar por los derechos de las mujeres. Emprendimos un trabajo de base de formación. Años después el COPINH hace un debate interno muy fuerte, muy duro, sobre el tema del patriarcado, y por unanimidad una Asamblea de COPINH decide declararse como una organización anticapitalista, antirracista, antipatriarcal. Conseguimos construir cosas que no están acabadas, pero seguimos impulsando espacios de formación con otras mujeres. Después de eso se conforman procesos más claros. Un espacio político de las mujeres para el tema de la violencia política, estructural, sexista. Seguimos avanzando. La próxima asamblea, del COPINH pese a todas las maniobras de los “compañeros revolucionarios” que argumentaron que no es tan importante, ratificamos el rumbo antipatriarcal. Fue un debate muy duro, incluso con compañeros que fueron fundadores del COPINH, porque sentían que nuestra autonomía como mujeres los afectaba. Se dio una batalla ideológica, porque para algunos compañeros no eran temas importantes, o eran resultado de “la influencia de las feministas”.

En medio de eso cayó el golpe de estado, la represión, y se alteró todo. Se desarmaron nuestras agendas. Nos fuimos a la resistencia. Aprendimos muchas cosas. Las feministas fueron parte de esas luchas. Y a pesar de todas las dificultades, hemos creado la Corte Popular de Mujeres del COPINH y la Casa de Sanación y Justicia de las mujeres afectadas por el golpe de estado y por la represión. En la Corte Popular de Mujeres, en la que se podía haber presentado un caso, incluso hasta de compañeros del COPINH ahí no se limita eso, si les toca les toca ¿verdad? se presentaron los primeros treinta casos de mujeres que por primera vez en su vida denunciaban la violencia y la violación contra ellas, a sabiendas de que las deliberaciones de la Corte estaban siendo transmitidas por los medios comunitarios del COPINH. Fue una manera de desnudar la impunidad y a los agresores. Además a los varones del COPINH durante la actividad los teníamos en la cocina. En la cocina sólo teníamos hombres. 100% hombres cocinando a las mujeres, y lo vamos a seguir haciendo, para que veamos que las cosas pueden cambiar.